Los Miedos, las Inseguridades y la Sexualidad: del Silencio a las Palabras.

LOS MIEDOS, LAS INSEGURIDADES Y LA SEXUALIDAD: DEL SILENCIO A LAS PALABRAS.

Hace algunos días les preguntaba instagram cuáles eran los temas que creían más difíciles de conversar en sus familias actuales y sobre cuáles habían girado los mayores silencios en sus familias de origen.

Un 36% respondió que la dificultad en sus familias actuales giraba en torno a hablar sobre los miedos y a las inseguridades y en cuanto a las familias de origen, un 42% señaló que el silencio había estado en cuestiones que giraban en torno a la sexualidad.

Me parecieron interesantes estos resultados para que sigamos pensando juntos.

¿Por qué nos resulta difícil hablar sobre los miedos y las inseguridades en nuestras familias?

¿Tenemos un ideal sobre lo que deberíamos sentir o sobre cómo deberíamos mostrarnos que no nos permite exponer temores o dudas? La vulnerabilidad no circula con naturalidad en muchas de nuestras familias. Nuestros hijos e hijas viven en soledad lo que los inquieta, aumentando en ellos ansiedades que pueden convertirse en síntomas. Creen que deben mostrarse “seguros”, “exitosos” o “potentes”, cuando no es lo que sienten en su intimidad. Esta presión les aumenta la tensión y los lleva a vivir desde un personaje.

El miedo cuando no es expresado se hace más grande, se torna fantasmal. Miedos a no poder, a ser rechazado, al descontrol, a la agresividad, al desamparo, al error, a la crítica, a la muerte. Todos miedos inherentes al ser humano. La idea es que podamos “estar ahí” como padres y madres para que nuestros hijos expresen sus inseguridades. Y que en esa escucha atenta, contenedora, podemos ayudarlos a que las ansiedades se regulen y puedan afrontar de a poco eso temido. Qué los ayudemos también a distinguir cuando se trata de un peligro real de esos temores que vienen de los pensamientos. Estudios sobre el estrés revelan que un porcentaje muy alto de las ideas que nos generan preocupación, son falsas. Al “observar lo que pensamos”, las personas podemos tomar el comando y lograr que esas ideas que nos alarman vayan perdiendo fuerza. Todo esto puede ocurrir en una conversación.

Los miedos se regulan en una relación de apego, en un vínculo que nos aporte previsibilidad, seguridad y aceptación. Con los niños se tratará de que les permitamos construir escenas de juego para que puedan expresar lo que sienten. La palabra irá apareciendo de a poco. Y con los adolescentes podrán surgir ya las conversaciones como vehículo de expresión. Jugar y hablar.  Para que nuestros hijos e hijas hablen es importante que nosotros podamos decir algo sobre nuestras emociones. Escuchar a mi padre o a mi madre expresar un temor, una inseguridad, tanto como una alegría, puede hacerme sentir su vulnerabilidad y hacer que yo como hijo como hija también me anime a mostrarla. Solo tenemos que cuidar que ellos no busquen contenernos a nosotros como adultos, ese no es su lugar, ellos son los niños, pero si pueden ser testigos de nuestras vivencias cotidianas, para entender que lo que ellos sienten forma parte del vivir.

Sostener a nuestros hijos incluye que podamos mostrarles el sentir humano como natural.

En cuanto al escenario de nuestras familias de origen, surgió la sexualidad el ámbito de mayor dificultad para hablar. Venimos de familias donde la sexualidad humana no era conversada y eso contribuyó a que como hijos e hijas sintiéramos que era un área de la vida misteriosa y cuestionable.

Hoy nos encontramos con el enorme desafío de que nuestros hijos e hijas nos muestran sus búsquedas sexuales con mayor apertura y naturalidad. La sexualidad es para ellos algo a descubrir y transitar. Y en sus intentos para no juzgar a los demás y vivir desde la originalidad nos cuestionan. Los invito a que puedan conversar con sus hijos e hijas sobre sexualidad, que podamos buscar la empatía cognitiva, esto implica que nos abramos a escuchar sus pensamientos sobre el tema. Nos acercará y eso les hará sentirse a ellos más comprendidos y así podrán regularse en las tensiones que normalmente la sexualidad trae en la adolescencia. Muchos de nosotros las hemos vivido en silencio, el desafío es que la sexualidad forme parte de las conversaciones en casa, para que el amor circule en diálogos constructivos y que generen encuentros. Y cada uno de nosotros podrá escucharlos y al mismo tiempo transmitirles los valores y las creencias sobre el amor humano y los vínculos en los que quiere educarlos. Entre lo que vivan y lo que escuchen de sus padres irán construyendo su identidad.

Pueden ser momentos incómodos pero nutritivos para todos, no hace falta que les preguntemos cuestiones de su intimidad sexual, será vivido por ellos como invasivo e intimidante. Creo mejor hablar sobre lo que cada uno cree, piensa y siente sobre el tema.

Las palabras nos generan conexión, el desafío es traspasar los miedos, los juicios, la defensa racional y así encontrarnos como una familia en la que la realidad de lo que nos ocurre a todos se torna justamente familiar.

Familias humanas, vulnerables, conectadas y en crecimiento. Familias reales.

¡Un saludo a todos/as y gracias por estar acá!

Matías